Capítulo I
Planteamiento
Problema de Investigación
Cuando se
habla de un sistema bipartidista se trata de un sistema de partidos políticos
que favorece la aparición de dos coaliciones políticas, las cuales por lo
general son antagónicas en el espectro político, para generar una exclusión o una
discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza
el gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias
de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus defensores
argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas
que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Por el
contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye a estas
minorías es antidemocrático. Esta situación suele conllevar que esos dos
partidos acaparen, además de la representación, casi en exclusiva la atención
de los medios y de la opinión pública, pasando el resto de partidos algo
desapercibidos de cara al grueso de la población. En el sistema bipartidista
existen grados, siendo algunos sistemas políticos más bipartidistas que otros.
En general la mayor parte de los sistemas lo favorecen en cierta medida aunque
algunos están diseñados de forma bipartidista ya de raíz.
El
bipartidismo tradicional nace tras la revolución francesa. Con mayor o menor
éxito se fueron implantando de forma intermitente en Europa parlamentos bipartidistas en los que se
presentan siempre dos bandos encontrados, conservadores y liberales. Los
primeros tratando siempre de conservar los privilegios de la nobleza y los
segundos tratando de equiparar en derechos a la burguesía. En todos esos
sistemas el pueblo llano, aun analfabeto en gran medida, permanece incapaz de
influir en el poder. Con la llegada del marxismo el bipartidismo se rompe en la
mayor parte de las democracias ya que una tercera fuerza social, la masa
obrera, exige representación. El voto femenino también contribuye a disgregar
más el mapa político europeo. La tendencia en casi todos los países es la de
modernizar sus sistemas para tener en cuenta la nueva realidad social y, sobre
todo, para evitar que haya más revoluciones obreras.
Este trabajo
se va a centrar en analizar el fenómeno del bipartidismo en Puerto Rico. La isla, oficialmente Estado Libre Asociado de Puerto Rico,
es un territorio colonial perteneciente a los Estados Unidos con estatus
indefinido, pues es un país con autogobierno en un sentido y hasta cierto punto
liderado por los Estados Unidos. En el año 1900, la ley Foraker se estableció
en Puerto Rico. Esta ley destituyó el gobierno militar existente en la isla y
lo suplanto por uno civil. Además, la ley Foraker permitió que la isla
estableciera comercio libre con los Estados Unidos. Finalmente en 1902 los
Estados Unidos declararon a Puerto Rico un territorio soberano mas allá
de las declaraciones emitidas por el fin de la guerra Hispano-Americana.
Otra parte muy
importante de la historia puertorriqueña lo fue el pase del Acta Jones 5 de
Diciembre de 1916. Esta acta estableció a la isla como territorio oficial de
Los Estados Unidos y le dio la ciudadanía Americana a todo aquel nacido en la
isla. Se debe notar que 300 puertorriqueños rechazaron la ciudadanía y
resistieron unirse a las fuerzas armadas de los Estados Unidos. En el año 1948,
Estados Unidos le dio la oportunidad a los puertorriqueños de elegir por
primera vez mediante el proceso de elecciones a su gobernante. Durante el
período del 1948 hasta el 1968, el PPD se mantuvo en el poder. El país fue gobernado por el popular Luis Muñoz Marín y,
luego, por Roberto Sánchez Vilella. El Partido reclamó un cambio en el
liderato, luego de que Muñoz gobernara y liderara el Partido entre 1948 y 1964.
Muñoz Marín recomendó a Sánchez Vilella, quien fue elegido gobernador en 1964,
pero mantuvo la presidencia del Partido.
Para
1968, el PPD eligió a Luis Negrón López como candidato a gobernador por el PPD.
Luego de esto, Sánchez Vilella decidió abandonar el Partido para ingresar en el
Partido del Pueblo, que había sido inscrito electoralmente en años previos. Es
posible que estas diferencias en el PPD ocasionaran la derrota del Partido en
las elecciones de 1968. Desde ese momento en adelante, la gobernación del País
se ha alternado entre el PPD y el PNP. No obstante, el estatus político de la
Isla se ha mantenido bajo el postulado del PPD: el pacto bilateral entre Puerto
Rico y los Estados Unidos. Para los estado-libristas, el estatus actual de
Puerto Rico garantiza una relación política especial con los Estados Unidos.
Los puertorriqueños poseen la ciudadanía estadounidense, el uso del dólar, y el
mercado y las defensas comunes. Además, la fórmula permite mantener y expandir
la cultura puertorriqueña.
El 20 de agosto de 1967, el ingeniero Luis A. Ferré fundó
el Partido Nuevo Progresista. El Partido Estadista Republicano se desintegró y
esto ocasionó que se organizara un nuevo partido que promoviera la estadidad
para la Isla. La ideología estadista busca la unión permanente entre Puerto
Rico y los Estados Unidos, mediante la declaración de Puerto Rico como uno de
los estados de la nación norteamericana. En 1968, luego de que el PPD gobernara
la Isla sin interrupción por 28 años, el PNP ganó las elecciones. Luis A. Ferré
se convirtió en el tercer gobernador puertorriqueño y en el primer gobernador
estadista elegido por el pueblo. Éste fue uno de los logros más importantes del
PNP, después de tanto tiempo de hegemonía popular. Los estadistas reclaman los
mismos fondos y derechos que poseen los Estados de la unión. Sostienen que, con
la estadidad, los impuestos federales no repercutirán de manera negativa en la
Isla ni se perdería la cultura puertorriqueña. Favorecen, también, la
utilización de los dos idiomas principales de Puerto Rico: el español y el
inglés.
Sólo en pocas
ocasiones los gobernadores han logrado mantenerse en el puesto 8 años corridos,
es decir, 2 cuatrienios. Por ejemplo, durante los años 1977-1985, Carlos Romero
Barceló fue gobernador por el Partido Nuevo Progresista, Rafael Hernández Colón
del 1985-1993 por el Partido Popular Democrático, y Pedro Rosselló González del
1993-2001 por el Partido Nuevo Progresista. A pesar del intento de otros
partidos como el Partido Independentista Puertorriqueño y los partidos emergentes
como Movimiento Unión Soberanista, Partido del Pueblo Trabajador y
Puertorriqueños por Puerto Rico, no existe un tercer partido que se haya
fortalecido lo suficiente como para retar verdaderamente a uno de estos dos.
Entre todos
los partidos minoritarios que fueron mencionados, el Partido Independentista
Puertorriqueño es el que por más años ha existido. La
definición de la situación política de Puerto Rico era un proceso impulsado por
muchos sectores de la Isla, antes de la creación del Estado Libre Asociado. En
un principio, el Partido Popular Democrático favorecía la independencia para
Puerto Rico. Sin embargo, en 1945 adoptaron el ideal de la autonomía, con el
fin de conseguir la unión permanente con los Estados Unidos. Debido a la falta
de unidad entre los líderes del Partido para luchar por la independencia, un
grupo de seguidores del PPD, abandonó el grupo para fundar el Partido
Independentista Puertorriqueño. Así, el 20 de octubre de 1946, el Dr. Gilberto
Concepción de Gracia fundó el Partido Independentista Puertorriqueño, y lo
presidió hasta su muerte, en 1967. El PIP participó, por primera vez, en las
elecciones de 1948, en las que obtuvo el 10.2% de los votos emitidos. Los
independentistas afirman que a Puerto Rico se le ha negado por siglos su derecho
a la soberanía, necesaria para llevar una vida colectiva democrática y digna.
Según la visión independentista, si Puerto Rico fuera un país independiente,
podría desarrollar relaciones económicas por medio de tratados comerciales.
Además, en este estado soberano, la Isla no tendría que regirse por leyes
federales, como la de cabotaje. Según los independentistas, esta ley dificulta
la competencia económica local en el mercado internacional.
Es importante
destacar la importancia de que en 1967 se condujo el primer plebiscito sobre el
estatus de la isla. Los votantes expresaron, por un gran margen, que querían
mantener el estatus de Estado Libre Asociado. Desde entonces, este ha sido el
estatus de la isla de Puerto Rico y el bipartidismo cerrado entre el Partido
Popular Democrático y el Partido Nuevo Progresista lo ha mantenido así. Este estudio
analizará por qué la evolución de ambos partidos tradicionales se ha dado de
esta manera, por qué se han mantenido en el poder evitando la posibilidad de
que uno los partidos emergentes adquiera poder y qué papel, si alguno, juega la
cultura política del puertorriqueño en esta situación.
Aportación a la Ciencia Política
Este tema debe ser estudiado por la ciencia
política, ya que la continua selección de estos partidos tiene implicaciones en
la política puertorriqueña e imposibilita un avance en el desarrollo económico
y social del país. El bipartidismo cerrado imposibilita el avance de un proceso
adecuado para solucionar el problema del estatus en Puerto Rico, que a su vez
es el causante de tantos problemas sociales en la isla. El bipartidismo cerrado
de Puerto Rico es un fenómeno político que afecta la vida cotidiana de todos
los puertorriqueños, ya que ocasiona inestabilidad económica y social para el
país. Esto lo vemos presente todos los días cuando decidimos escuchar las
noticias o compramos el periódico en la calle.
Diariamente, vemos como el país se vuelve cantos por la tasa alta de
criminalidad, el tráfico de drogas, la violencia doméstica y los suicidios a
causa del desempleo y los problemas económicos de los puertorriqueños. Además,
esta investigación servirá para conocer si la cultura política del
puertorriqueño tiene alguna influencia en el fenómeno del bipartidismo cerrado.
Nuestro estudio pretende investigar cuáles son las razones por las que existe
este bipartidismo cerrado en Puerto Rico. Entre las posibilidades se
encuentras: si es algo cultural o la explicación va mucho más allá de la
cultura puertorriqueña.
Objetivos
Algunos de los
objetivos que pretende cumplir esta investigación es lograr la descripción
amplia de lo que es el bipartidismo cerrado en Puerto Rico. Esta descripción
debe consistir en: la base del problema, qué ocasiona el problema, las
consecuencias y efectos que trae y las posibles soluciones a resolverlo.
Además, se pretende probar que aún existe una relación entre el bipartidismo y
la cultura política del puertorriqueño hoy día, ya que hace varios años se
realizó un estudio sobre la cultura política del puertorriqueño. La investigación
buscará actualizar una investigación sobre la cultura política del
puertorriqueño que el Profesor Ángel Israel Rivera llevó a cabo para los años
80, en la cual se analizó por medio de encuestas a cientos de puertorriqueños
para conocer su conocimiento político respecto a Puerto Rico.
Otra razón para
abordar el tema del bipartidismo en Puerto Rico es que la situación actual del
país representa una inquietud para los jóvenes universitarios, especialmente
los estudiantes de Ciencia Política. El bipartidismo cerrado ha causado que
miles de jóvenes decidan irse a estudiar y trabajar a los Estados Unidos en
busca de mejores oportunidades y estilo de vida. Por otra parte, el problema
del bipartidismo cerrado de Puerto Rico es que está ligado a un sinnúmero de
problemas económicos, sociales y políticos. Como jóvenes, está en nuestra
naturaleza formar parte de un cambio radical que mejore la situación política
del país. Lamentablemente, la situación del bipartidismo no permite un avance
en la solución de cada uno de estos problemas. La pregunta que se pretende
contestar mediante esta investigación es: ¿Cuáles
son los factores determinantes en la dinámica político electoral puertorriqueña
que hacen prominente el bipartidismo cerrado?
Hipótesis
1. La cultura
política puertorriqueña es un factor determinante en la prominencia del
bipartidismo cerrado en Puerto Rico.
2. La estructura de
distritos representativos electos por mayoría es un factor determinante en la
prominencia del bipartidismo cerrado en Puerto Rico.
Capítulo II
Revisión de
Literatura
Uno de los artículos más pertinentes para esta investigación lo es Bipartidismo Cerrado. Este fue escrito por el profesor de Ciencia
Política, Ángel Israel Rivera (2012). En
este trabajo el autor examina los factores del apego tradicional al partido de
la familia, el voto íntegro y el desconocimiento de los candidatos
legislativos, y explica que esto favorece al bipartidismo cerrado. A pesar de que está probado de que estos
factores afectan la toma de decisiones del electorado, Rivera insiste en que es
necesario que se enmiende la Constitución.
La enmienda permitiría un nuevo esquema para la representación
legislativa que beneficiaría a los partidos de minoría. El destacado profesor concluye su trabajo
recalcando la importancia de que los ciudadanos reciban educación política
sobre este fenómeno para que exijan al gobierno una mayor representación
legislativa.
Por
otra parte, los profesores Ángel Israel Rivera y Ana Irma Seijo (1991)
participaron de una investigación titulada La
cultura política y la estabilidad del sistema de partidos de Puerto Rico.
Este trabajo buscaba probar que uno de los factores que causan un bipartidismo
en Puerto Rico es la cultura política.
Para este estudio se entrevistaron más de 1,000 puertorriqueños a través
de toda la isla. Las encuestas contenían
preguntas para determinar el nivel de conocimiento que el ciudadano tenía sobre
la política local. Los resultados
arrojaron que, efectivamente, los puertorriqueños se dejan llevar por la
emoción y tradición a la hora de votar por los candidatos. Los profesores llegaron a la conclusión de
que los puertorriqueños tienen un bajo nivel de conocimiento político y esto
influye en su participación democrática.
El profesor Angel Israel Rivera (2012) probó ser un experto en el tema de Puerto Rico cuando
escribe Bipartidismo y representación
territorial para la revista electrónica 80 grados. En este artículo Angel
Israel Rivera se enfoca en que el bipartidismo puertorriqueño está determinado
por la propia estructura de
representación legislativa contenida en nuestra Constitución. Nuestra propia historia política que fueron
determinantes en crear una estructura legal de representación territorial
preponderante que promueve un sistema de sólo dos partidos, o incluso un
sistema cuasi-monopartidista. Intentar crear nuevos partidos, una oferta
electoral más amplia, puede parecer muy meritorio, pero en realidad debido a la
estructura constitucional misma, la cual milita tan fuertemente contra su
presencia en la Asamblea Legislativa, no es realmente un adelanto para acabar
con el bipartidismo existente. El autor propone promover las enmiendas
necesarias a la constitución, a las leyes electorales y al funcionamiento
interno de la Asamblea Legislativa, de modo que los nuevos partidos no sólo
puedan llegar a la legislatura, sino que lleguen a un proceso legislativo
constructivo.
En Transformaciones
ineludibles tras las elecciones, Angel Israel Rivera (2012) nos presenta
nuevamente en este artículo la posibilidad de que uno de los partidos
mayoritarios deje de ganar y que sea uno el que siempre se mantenga en
poder. De esto ser así ocurriría un
fenómeno en el que dejaría de existir el bipartidismo y entonces se llamaría un
cuasi-monopartidismo. La afamada Ley de Duverger operó muy
significativamente en estas elecciones para reducir las probabilidades de
supervivencia de los partidos pequeños. Para dichos partidos se minimizaron aún
más sus posibilidades de quedar inscritos y de obtener escaños legislativos
porque la polarización PPD-PNP se tornó particularmente aguda. La verdad es que al bipartidismo cerrado no
se le debilita poniendo unos cuantos partidos más en la papeleta. La única
manera en que los partidos pequeños pueden hacer algo es si su objetivo es
armar un gran movimiento cívico que reclame, como una de esas mejoras
democráticas que el PPD ha dicho que está dispuesto a considerar, la de
enmendar nuestra Constitución y la ley electoral para facilitar la
representación legislativa de los partidos pequeños.
Votar por el
menos malo, para Colón (2012), el
autor de este artículo también publicado en la revista electronica 80 grados,
es la opción a la que recurren la mayoría de los puertorriqueños, ya que son
muy pocos los que están educados políticamente. Según el autor, el bipartidismo
es una de las causas del deterioro político y económico de Puerto Rico, apoyar
a alguno de esos partidos mayoritarios bajo el razonamiento del “mal necesario”
no es alternativa; pues el mal de fondo está en apoyar un sistema que nos
impide evolucionar hacia una democracia más representativa y obtener gobiernos
más decentes, efectivos y responsivos.
No obstante, con tal de no “botar el voto”, se da el “voto útil” a uno
de esos partidos mayoritarios, aun sabiendo el mal que le han hecho al
país. El autor recurred a Duverger para
explicar que el sistema pluralista lleva al bipartidismo, mientras que el
sistema de representacion proporcional lleva al multipartidismo.
En The Cultural
Anomaly of Puerto Rico el autor Ramón Crespo (2009) ofrece un resumen histórico de los diversos debates que se han dado en
el Congreso de los Estados Unidos en relación a la legalidad constitucional del
ELA. Sobre todo, el autor continúa en su exploración de cómo las doctrinas del
ELA han generado subjetividades. Uno de los puntos importantes de este capítulo
es el señalamiento de que ha habido un consentimiento democrático en el país
que funciona como una estrategia local que permite evitar los aspectos más
cruentos del colonialismo por medio de afirmar un estado políticamente anómalo.
Algunos autores fueron tratadoe en este libro, como René Marqués y Arcadio Díaz
Quiñones, se desprende la idea de que en vez de una docilidad política existe
una cultura cimarrona basada en la astucia y el deseo de sobrevivir. Por lo
tanto, para el autor el escape es una forma de ser y esta estrategia el autor
la entiende como “the most sophisticated strategy of escape through
colonialism” (Crespo, 2009).
Por otro lado, en la enciclopedia de
Puerto Rico se concibe la cultura política
del país como una contradictorio. El
autor Roberto Gándara Sánchez (2013) abunda sobre el tema diciendo:
“A grandes
rasgos, Puerto Rico se caracteriza por una participación amplia, especialmente
electoral, de todos los sectores sociales. Al mismo tiempo, esta participación masiva se da, irónicamente, en
un contexto institucional sobre el cual los puertorriqueños demuestran poca
confianza. Por ejemplo, apoyan al régimen de los partidos politicos en el que, simultáneamente, dicen
que no confían. No obstante, la evidencia empírica del importante papel que
juega la lealtad partidista en la esfera pública apunta a que el voto está cada
día está más marcado por la evaluación personal de los candidatos y por las consideraciones
de continuidad familiar e intereses y vínculos personales, que por la confianza
en los partidos.” (Gándara, 2013) Al
igual que la mayoría de la literatura que se analizó para este trabajo de
investigación, esta definición de lo que se entiende como la cultura política
puertorriqueña y su relación con nuestro sistema de partidos es lo que se busca
investigar.
Capítulo III
Marco Teórico
De acuerdo a
Duverger, M. (1950) en su libro Partidos
Políticos, elabora una tipología sistemática estudiando los partidos desde
la perspectiva de su organización interna y desde la de su organización
externa. Con respecto a la estructura interna de los partidos, dicho autor
distingue entre partidos de cuadros y partidos de masa. Ejemplos de partidos de
cuadro son, en Europa: los actuales partidos liberales, conservadores y
radicales; y en EE. UU. el partido demócrata y el republicano. En los partidos
de cuadros la participación del adherente o miembro es muy pequeña y su
cantidad reducida. Duverger (1950) expresó lo siguiente:
“La cualidad de sus miembros importa más que su
cantidad; se busca sobre todo el prestigio que confiere autoridad moral, o la
fortuna con la que se cubren los gastos de propaganda” (p.185).
Los partidos de masas
implican, en cambio, una participación popular amplia y efectiva y no responden
sólo a exigencias electorales. Duverger
incluye bajo la rúbrica de partidos de masas a los partidos de tipo socialista,
comunista y fascista, y asimismo, con matices, a algunos partidos
demócrata-cristianos.
Atendiendo
al número de partidos y las relaciones de prepotencia entre ellos, hablamos,
siguiendo la terminología de Duverger, de diferentes sistemas de partidos. Así,
podemos distinguir sistemas pluralistas de partidos y sistemas de partido
único, entre los cuales el autor citado intercala los sistemas de partido
dominante. Ciertamente, los límites entre los sistemas no son muy definidos y
así un bipartidismo flexible puede asemejarse a un multipartidismo moderado, y
una práctica de alianzas en el multipartidismo puede hacernos creer que estamos
en un bipartidismo.
Como
sistemas pluralistas de partidos podemos encontrarnos con el multipartidismo
extremo (número muy elevado de partidos) ;el multipartidismo moderado, y el
sistema bipartidista, en el cual las dimensiones de los partidos pueden
asegurar o imposibilitar la alternancia en el poder. Para Sartori, quien en su
libro Partidos y Sistemas de partidos
explica que el bipartidismo es la
solución más segura; más adelante abunda diciendo que:
“Por una parte, se beneficia del estímulo que ofrece
el turno en el poder y la responsabilidad de la oposición”; por otra, “dificulta
la ideologización de las posiciones e impide así la polarización del sistema”(Sartori, 1976).
En cambio, el
multipartidismo extremo y centrífugo “es
la más insegura y menos viable de las soluciones, ya que no se beneficia del
estímulo de una oposición responsable y, por otra parte, se ve ampliamente
paralizado por la inestabilidad del Gabinete, por la heterogeneidad de las
coaliciones gubernamentales y por la presencia de partidos anti-sistema que
sustituyen la competencia política por la “inflación irresponsable”
(Sartori, 1976).
Duverger
explica la existencia de bipartidismo o multipartidismo, atendiendo a tres
series de factores: a) socioeconómicos; b) histórico-culturales, y c) de
carácter técnico: el régimen electoral. Las peculiares condiciones culturales,
políticas, étnicas o regionales de un país deben tenerse en cuenta a la hora de
explicar su sistema político. El régimen electoral tiene asimismo su
importancia en la configuración de un determinado sistema de partidos. Un
cierto mecanismo electoral no genera automáticamente el sistema de partidos
pretendido, pero sí parece frenar o impulsar en un determinado sentido. Sólo
con estas matizaciones ha podido señalarse que: 1) el escrutinio mayoritario
favorece el bipartidismo; 2) la representación proporcional tiende al multipartidismo;
3) el escrutinio mayoritario a dos vueltas tiende a un multipartidismo templado
por las alianzas. Este añade que sin embargo, no hay que olvidar:
“que la influencia del régimen electoral es
secundaria con relación a la de los factores socio-económicos e incluso a la de
los factores culturales” (Duverger, 1976).
Duverger
señalaba cómo un sistema de distritos
uninominales favorecía el
bipartidismo, mientras que la
representación proporcional favorecía
el polipartidismo. Esta tesis fue en ocasiones
criticada porque desvinculaba el nacimiento
y la perduración de un sistema de
partidos de las realidades sociológicas de cada determinado país. El debate se prolongó durante bastante tiempo,
aunque sin resultados
excepcionalmente brillantes por la sencilla razón de que, evidentemente,
cualquier sistema de partidos políticos depende a la vez de la sociedad que lo crea y del sistema electoral que lo hace posible.
En todo caso, es difícil exagerar la importancia
de un tema como el del papel de
los partidos políticos en una democracia. Sin partidos políticos no existe lo
que habitualmente se entiende por democracia en el mundo occidental. Los partidos políticos se relacionan en un contexto de mutua interacción,
que forma lo que Sartori
denomina como “sistema
de partidos”, que responde a una serie básica de modelos y que es imprescindible vehículo de expresión de las fuerzas sociales de un país, al mismo tiempo
que de sus
características fundamentales depende la capacidad de estabilización de una democracia. Como advierte el mismo Sartori (1976), un determinado
sistema de partidos
políticos, que a su vez depende de una determinada configuración de la sociedad, puede provocar una mayor
o una menor posibilidad
de estabilidad del sistema
democrático. Como es natural, un sistema de partidos no provoca necesariamente la estabilidad o inestabilidad de la democracia; siempre hay una decisión
humana de carácter
colectivo e individual que
es la que decide en última instancia. Pero tendencialmente al menos, un sistema de partidos puede resultar positivo
o negativo para la viabilidad de un régimen de libertad.
Sartori empieza por examinar el partido político en sus orígenes y en
su razón de ser. Como muy bien advierte, la
noción de partido está vinculada con
la noción de pluralismo, y en un
primer momento ambas nociones no han
caracterizado al pensamiento de la
Revolución francesa. Para que existan los partidos políticos es imprescindible que los gobiernos dependan de los parlamentos en primer lugar, y en segundo lugar, que los grupos
parlamentarios se hayan convertido, por lo
menos parcialmente, en partidos de
masas.
Constituidos ya los partidos, Sartori los define
como “cualquier grupo político que se presenta a
elecciones y que puede colocar, mediante
ellas, a sus candidatos en los cargos
públicos”. De esta manera, la concepción del partido se vincula necesariamente con la existencia de un sistema democrático.
Un partido es siempre la expresión de un
régimen en el que las fuerzas sociales
plurales conviven en un sistema de libertad. Cada
partido político viene a ser una especie de sistema de fuerzas internas en tensión. Quizá donde el libro de Sartori reviste un mayor interés es en la definición
y clasificación de los sistemas de partido.
En efecto, mientras que Duverger hablaba de partidos únicamente, Sartori
introduce el concepto de “sistema de partidos”, es decir, de formas de interrelación para una determinada sociedad de unos partidos con otros. Para el lector será evidente el interés de la discusión acerca de los sistemas de los partidos políticos. El estudio de un partido permite la definición de un régimen político; el estudio
de un sistema de partidos permite juzgar acerca de su viabilidad. Para
definir los sistemas de partidos políticos,
Sartori introduce tres criterios
principales: el número de los
partidos existentes; el carácter competitivo o no del sistema en que
actúan, y, en tercer lugar, la segmentación
o el grado de polarización entre ambos.
Para Sartori, una comunidad política sigue las normas de la
competitividad cuando en el momento
de las elecciones casi todos o la totalidad
de los escaños se disputan entre dos
o más candidatos. Hay que distinguir entre
una competitividad que sería
estructura fundamental del sistema político y una competitividad como situación concreta ante una determinada elección.
En el sentido más propio, un sistema no competitivo es aquel que impediría la existencia de alternativas ante una elección.
Entre los sistemas no competitivos, los primeros y
más característicos son los sistemas de
partido único. Los sistemas unipartidistas
pueden tener un fundamento ideológico, como es en el caso de los países totalitarios, pero también una característica
fundamentalmente pragmática. Junto a los sistemas unipartidistas habría también los sistemas de partido
hegemónico, que no permiten una competencia
oficial por el poder. Habría partidos en sistemas de partidos hegemónicos en los países totalitarios, y también habría
otros sistemas de carácter
fundamentalmente pragmático.
En los sistemas competitivos, Sartori distingue
hasta cuatro fórmulas políticas de sistemas de
partidos. El bipartidismo constituye ya un
modelo clásico definido por Duverger, del
que Sartori nos hace un estudio
pormenorizado. Se caracteriza porque gobierna un
partido solo y existe alternancia por lo
menos en expectativa, aunque, de hecho,
por ejemplo, en los Estados Unidos se
base en grandes períodos cíclicos de
predominio de un solo partido. Sartori viene
a advertir que los sistemas bipartidistas son raros e infrecuentes. El
bipartidismo tiende a la estabilidad y al
centrismo, pero exige una sociedad cultural
homogénea. En segundo lugar, Sartori define como
sistemas de partidos predominantes aquellos en los que durante las elecciones
se da por lo menos un diez por ciento de
diferencia entre el primero y el segundo partido, obteniendo el primero mayoría suficiente para gobernar. La existencia de un partido predominante no impide el que exista un sistema competitivo y que se dé la teórica posibilidad cíe sustitución del grupo gobernante. En tercer
lugar, Sartori habla del modelo del sistema
de partidos definido como “pluralismo
moderado basado en una sociedad segmentada”. Lo característico de este tipo de
sistema de partido sería el gobierno en
coalición y el hecho de que las alternativas
electorales se basen en coaliciones, diferentes.
El pluralismo de este sistema es moderado, porque se basa en diferencias ideológicas relativamente pequeñas entre los partidos y en una competición en
el momento de las elecciones por el centro
del espectro político. La élite o clase
dirigente del sistema político actúa frecuentemente por fórmulas de
consenso.
Como se pudo
analizar, existen discrepancias entre los pensamientos de Duverger y Sartori. Sartori
sostuvo que las generalizaciones realizadas en los años cincuenta por Duverger
que se denominaban “leyes” referidas a la influencia de las reglas electorales
de mayoría o proporcionalidad
sobre el sistema de partidos deben considerarse sólo tendencias y no leyes
deterministas. Sartori critica “las leyes
de Duverger,” considerando que éste no distinguió entre causación y
correlación. Sartori considera que la llamada
segunda ley de Duverger, la que sostiene que la representación proporcional
lleva al multipartidismo, tiene una formulación ambigua, presentando la forma
de piezas sueltas de un rompecabezas. Sartori sostiene que Duverger no define
claramente al multipartidismo y, entre otros temas fundamentales, no tiene en
cuenta el problema de la doble vuelta. Para Sartori la representación se asocia
generalmente con la existencia del multipartidismo, pero ello no implica la
existencia de una ley.
Además de estas dos teorías que chocan entre sí, se
utilizará la investigación realizada por el Profesor Ángel Israel Rivera y Ana
Irma Seijo sobre la cultura política de Puerto Rico. Aunque es un artículo de 1992 basado en datos
de 1988 todavía muchas cosas tienen vigencia. Los profesores presentan en el
artículo que los partidos tradicionales, PPD y PNP, han monopolizado la vida
pública puertorriqueña durante los últimos veinte años convirtiéndose en la
únicas dos entidades políticas capaces de obtener el control del gobierno del
Estado Libre Asociado y de los gobiernos
municipales de Puerto Rico. Según el
estudio, los rasgos político culturales más importantes que explican el
descontento de los ciudadanos con el funcionamiento de los partidos son: el
continuado predominio del tradicionalismo como determinante de la conducta
política de la mayoría de los puertorriqueños, la continuada presencia del
personalismo como rasgo de nuestra cultura política, la agudización de las
prácticas del clientelismo político y la consecuente habituación cultural de
nuestro pueblo a la política clientelista de los partidos, y la carencia
generalizada de percepción y/o conocimiento, por parte de la mayoría de los
ciudadanos, de alternativas viables a la
participación electoral en el sistema político.
Referencias
Colón,
J. (2009). El sistema bipartidista de gobierno y el desarrollo del principio
de mérito en Puerto Rico: un análisis histórico, 1940-2004. San Juan Juan:
Universidad de Puerto Rico, 2009.
Crespo,
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Minneapolis: University of Minnesota Press.
Duverger,
M. (1987). Los partidos políticos (1. ed.). México: Fondo de Cultura
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Quiñones,
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Nuevas de Puerto Rico. (p. 89-130)
Rivera, A. I., & Seijo, A. I. (1991). La
cultura política y la estabilidad de los sistemas de partidos en Puerto Rico. Caribbean
studies, 24, 175-220.
Sartori,
Giovanni: Parties and Party Systems. A Framework for Analysis. Cambridge
University Press, Cambridge, 1976.