martes, 13 de agosto de 2013

Bipartidismo Cerrado



Capítulo I

Planteamiento Problema de Investigación

Cuando se habla de un sistema bipartidista se trata de un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos coaliciones políticas, las cuales por lo general son antagónicas en el espectro político, para generar una exclusión o una discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Por el contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye a estas minorías es antidemocrático. Esta situación suele conllevar que esos dos partidos acaparen, además de la representación, casi en exclusiva la atención de los medios y de la opinión pública, pasando el resto de partidos algo desapercibidos de cara al grueso de la población. En el sistema bipartidista existen grados, siendo algunos sistemas políticos más bipartidistas que otros. En general la mayor parte de los sistemas lo favorecen en cierta medida aunque algunos están diseñados de forma bipartidista ya de raíz.
El bipartidismo tradicional nace tras la revolución francesa. Con mayor o menor éxito se fueron implantando de forma intermitente en Europa parlamentos bipartidistas en los que se presentan siempre dos bandos encontrados, conservadores y liberales. Los primeros tratando siempre de conservar los privilegios de la nobleza y los segundos tratando de equiparar en derechos a la burguesía. En todos esos sistemas el pueblo llano, aun analfabeto en gran medida, permanece incapaz de influir en el poder. Con la llegada del marxismo el bipartidismo se rompe en la mayor parte de las democracias ya que una tercera fuerza social, la masa obrera, exige representación. El voto femenino también contribuye a disgregar más el mapa político europeo. La tendencia en casi todos los países es la de modernizar sus sistemas para tener en cuenta la nueva realidad social y, sobre todo, para evitar que haya más revoluciones obreras.
Este trabajo se va a centrar en analizar el fenómeno del bipartidismo en Puerto Rico. La isla, oficialmente Estado Libre Asociado de Puerto Rico, es un territorio colonial perteneciente a los Estados Unidos con estatus indefinido, pues es un país con autogobierno en un sentido y hasta cierto punto liderado por los Estados Unidos. En el año 1900, la ley Foraker se estableció en Puerto Rico. Esta ley destituyó el gobierno militar existente en la isla y lo suplanto por uno civil. Además, la ley Foraker permitió que la isla estableciera comercio libre con los Estados Unidos. Finalmente en 1902 los Estados Unidos  declararon a Puerto Rico un territorio soberano mas allá de las declaraciones emitidas por el fin de la guerra Hispano-Americana.
Otra parte muy importante de la historia puertorriqueña lo fue el pase del Acta Jones 5 de Diciembre de 1916. Esta acta estableció a la isla como territorio oficial de Los Estados Unidos y le dio la ciudadanía Americana a todo aquel nacido en la isla. Se debe notar que 300 puertorriqueños rechazaron la ciudadanía y resistieron unirse a las fuerzas armadas de los Estados Unidos. En el año 1948, Estados Unidos le dio la oportunidad a los puertorriqueños de elegir por primera vez mediante el proceso de elecciones a su gobernante. Durante el período del 1948 hasta el 1968, el PPD se mantuvo en el poder. El país fue gobernado por el popular Luis Muñoz Marín y, luego, por Roberto Sánchez Vilella. El Partido reclamó un cambio en el liderato, luego de que Muñoz gobernara y liderara el Partido entre 1948 y 1964. Muñoz Marín recomendó a Sánchez Vilella, quien fue elegido gobernador en 1964, pero mantuvo la presidencia del Partido.
Para 1968, el PPD eligió a Luis Negrón López como candidato a gobernador por el PPD. Luego de esto, Sánchez Vilella decidió abandonar el Partido para ingresar en el Partido del Pueblo, que había sido inscrito electoralmente en años previos. Es posible que estas diferencias en el PPD ocasionaran la derrota del Partido en las elecciones de 1968. Desde ese momento en adelante, la gobernación del País se ha alternado entre el PPD y el PNP. No obstante, el estatus político de la Isla se ha mantenido bajo el postulado del PPD: el pacto bilateral entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Para los estado-libristas, el estatus actual de Puerto Rico garantiza una relación política especial con los Estados Unidos. Los puertorriqueños poseen la ciudadanía estadounidense, el uso del dólar, y el mercado y las defensas comunes. Además, la fórmula permite mantener y expandir la cultura puertorriqueña.
            El 20 de agosto de 1967, el ingeniero Luis A. Ferré fundó el Partido Nuevo Progresista. El Partido Estadista Republicano se desintegró y esto ocasionó que se organizara un nuevo partido que promoviera la estadidad para la Isla. La ideología estadista busca la unión permanente entre Puerto Rico y los Estados Unidos, mediante la declaración de Puerto Rico como uno de los estados de la nación norteamericana. En 1968, luego de que el PPD gobernara la Isla sin interrupción por 28 años, el PNP ganó las elecciones. Luis A. Ferré se convirtió en el tercer gobernador puertorriqueño y en el primer gobernador estadista elegido por el pueblo. Éste fue uno de los logros más importantes del PNP, después de tanto tiempo de hegemonía popular. Los estadistas reclaman los mismos fondos y derechos que poseen los Estados de la unión. Sostienen que, con la estadidad, los impuestos federales no repercutirán de manera negativa en la Isla ni se perdería la cultura puertorriqueña. Favorecen, también, la utilización de los dos idiomas principales de Puerto Rico: el español y el inglés.
Sólo en pocas ocasiones los gobernadores han logrado mantenerse en el puesto 8 años corridos, es decir, 2 cuatrienios. Por ejemplo, durante los años 1977-1985, Carlos Romero Barceló fue gobernador por el Partido Nuevo Progresista, Rafael Hernández Colón del 1985-1993 por el Partido Popular Democrático, y Pedro Rosselló González del 1993-2001 por el Partido Nuevo Progresista. A pesar del intento de otros partidos como el Partido Independentista Puertorriqueño y los partidos emergentes como Movimiento Unión Soberanista, Partido del Pueblo Trabajador y Puertorriqueños por Puerto Rico, no existe un tercer partido que se haya fortalecido lo suficiente como para retar verdaderamente a uno de estos dos.
Entre todos los partidos minoritarios que fueron mencionados, el Partido Independentista Puertorriqueño es el que por más años ha existido. La definición de la situación política de Puerto Rico era un proceso impulsado por muchos sectores de la Isla, antes de la creación del Estado Libre Asociado. En un principio, el Partido Popular Democrático favorecía la independencia para Puerto Rico. Sin embargo, en 1945 adoptaron el ideal de la autonomía, con el fin de conseguir la unión permanente con los Estados Unidos. Debido a la falta de unidad entre los líderes del Partido para luchar por la independencia, un grupo de seguidores del PPD, abandonó el grupo para fundar el Partido Independentista Puertorriqueño. Así, el 20 de octubre de 1946, el Dr. Gilberto Concepción de Gracia fundó el Partido Independentista Puertorriqueño, y lo presidió hasta su muerte, en 1967. El PIP participó, por primera vez, en las elecciones de 1948, en las que obtuvo el 10.2% de los votos emitidos. Los independentistas afirman que a Puerto Rico se le ha negado por siglos su derecho a la soberanía, necesaria para llevar una vida colectiva democrática y digna. Según la visión independentista, si Puerto Rico fuera un país independiente, podría desarrollar relaciones económicas por medio de tratados comerciales. Además, en este estado soberano, la Isla no tendría que regirse por leyes federales, como la de cabotaje. Según los independentistas, esta ley dificulta la competencia económica local en el mercado internacional.
Es importante destacar la importancia de que en 1967 se condujo el primer plebiscito sobre el estatus de la isla. Los votantes expresaron, por un gran margen, que querían mantener el estatus de Estado Libre Asociado. Desde entonces, este ha sido el estatus de la isla de Puerto Rico y el bipartidismo cerrado entre el Partido Popular Democrático y el Partido Nuevo Progresista lo ha mantenido así. Este estudio analizará por qué la evolución de ambos partidos tradicionales se ha dado de esta manera, por qué se han mantenido en el poder evitando la posibilidad de que uno los partidos emergentes adquiera poder y qué papel, si alguno, juega la cultura política del puertorriqueño en esta situación.
Aportación a la Ciencia Política
             Este tema debe ser estudiado por la ciencia política, ya que la continua selección de estos partidos tiene implicaciones en la política puertorriqueña e imposibilita un avance en el desarrollo económico y social del país. El bipartidismo cerrado imposibilita el avance de un proceso adecuado para solucionar el problema del estatus en Puerto Rico, que a su vez es el causante de tantos problemas sociales en la isla. El bipartidismo cerrado de Puerto Rico es un fenómeno político que afecta la vida cotidiana de todos los puertorriqueños, ya que ocasiona inestabilidad económica y social para el país. Esto lo vemos presente todos los días cuando decidimos escuchar las noticias o compramos el periódico en la calle.  Diariamente, vemos como el país se vuelve cantos por la tasa alta de criminalidad, el tráfico de drogas, la violencia doméstica y los suicidios a causa del desempleo y los problemas económicos de los puertorriqueños. Además, esta investigación servirá para conocer si la cultura política del puertorriqueño tiene alguna influencia en el fenómeno del bipartidismo cerrado. Nuestro estudio pretende investigar cuáles son las razones por las que existe este bipartidismo cerrado en Puerto Rico. Entre las posibilidades se encuentras: si es algo cultural o la explicación va mucho más allá de la cultura puertorriqueña.

Objetivos

Algunos de los objetivos que pretende cumplir esta investigación es lograr la descripción amplia de lo que es el bipartidismo cerrado en Puerto Rico. Esta descripción debe consistir en: la base del problema, qué ocasiona el problema, las consecuencias y efectos que trae y las posibles soluciones a resolverlo. Además, se pretende probar que aún existe una relación entre el bipartidismo y la cultura política del puertorriqueño hoy día, ya que hace varios años se realizó un estudio sobre la cultura política del puertorriqueño. La investigación buscará actualizar una investigación sobre la cultura política del puertorriqueño que el Profesor Ángel Israel Rivera llevó a cabo para los años 80, en la cual se analizó por medio de encuestas a cientos de puertorriqueños para conocer su conocimiento político respecto a Puerto Rico.
Otra razón para abordar el tema del bipartidismo en Puerto Rico es que la situación actual del país representa una inquietud para los jóvenes universitarios, especialmente los estudiantes de Ciencia Política. El bipartidismo cerrado ha causado que miles de jóvenes decidan irse a estudiar y trabajar a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y estilo de vida. Por otra parte, el problema del bipartidismo cerrado de Puerto Rico es que está ligado a un sinnúmero de problemas económicos, sociales y políticos. Como jóvenes, está en nuestra naturaleza formar parte de un cambio radical que mejore la situación política del país. Lamentablemente, la situación del bipartidismo no permite un avance en la solución de cada uno de estos problemas. La pregunta que se pretende contestar mediante esta investigación es: ¿Cuáles son los factores determinantes en la dinámica político electoral puertorriqueña que hacen prominente el bipartidismo cerrado? 

Hipótesis

1. La cultura política puertorriqueña es un factor determinante en la prominencia del bipartidismo cerrado en Puerto Rico.
2. La estructura de distritos representativos electos por mayoría es un factor determinante en la prominencia del bipartidismo cerrado en Puerto Rico.














Capítulo II


Revisión de Literatura

Uno de los artículos más pertinentes para esta investigación lo es Bipartidismo Cerrado.  Este fue escrito por el profesor de Ciencia Política, Ángel Israel Rivera (2012).  En este trabajo el autor examina los factores del apego tradicional al partido de la familia, el voto íntegro y el desconocimiento de los candidatos legislativos, y explica que esto favorece al bipartidismo cerrado.  A pesar de que está probado de que estos factores afectan la toma de decisiones del electorado, Rivera insiste en que es necesario que se enmiende la Constitución.  La enmienda permitiría un nuevo esquema para la representación legislativa que beneficiaría a los partidos de minoría.  El destacado profesor concluye su trabajo recalcando la importancia de que los ciudadanos reciban educación política sobre este fenómeno para que exijan al gobierno una mayor representación legislativa.

Por otra parte, los profesores Ángel Israel Rivera y Ana Irma Seijo (1991) participaron de una investigación titulada La cultura política y la estabilidad del sistema de partidos de Puerto Rico. Este trabajo buscaba probar que uno de los factores que causan un bipartidismo en Puerto Rico es la cultura política.  Para este estudio se entrevistaron más de 1,000 puertorriqueños a través de toda la isla.  Las encuestas contenían preguntas para determinar el nivel de conocimiento que el ciudadano tenía sobre la política local.  Los resultados arrojaron que, efectivamente, los puertorriqueños se dejan llevar por la emoción y tradición a la hora de votar por los candidatos.  Los profesores llegaron a la conclusión de que los puertorriqueños tienen un bajo nivel de conocimiento político y esto influye en su participación democrática.

El profesor Angel Israel Rivera (2012) probó ser  un experto en el tema de Puerto Rico cuando escribe Bipartidismo y representación territorial para la revista electrónica 80 grados. En este artículo Angel Israel Rivera se enfoca en que el bipartidismo puertorriqueño está determinado por la propia estructura de representación legislativa contenida en nuestra Constitución.  Nuestra propia historia política que fueron determinantes en crear una estructura legal de representación territorial preponderante que promueve un sistema de sólo dos partidos, o incluso un sistema cuasi-monopartidista. Intentar crear nuevos partidos, una oferta electoral más amplia, puede parecer muy meritorio, pero en realidad debido a la estructura constitucional misma, la cual milita tan fuertemente contra su presencia en la Asamblea Legislativa, no es realmente un adelanto para acabar con el bipartidismo existente. El autor propone promover las enmiendas necesarias a la constitución, a las leyes electorales y al funcionamiento interno de la Asamblea Legislativa, de modo que los nuevos partidos no sólo puedan llegar a la legislatura, sino que lleguen a un proceso legislativo constructivo.

En Transformaciones ineludibles tras las elecciones, Angel Israel Rivera (2012) nos presenta nuevamente en este artículo la posibilidad de que uno de los partidos mayoritarios deje de ganar y que sea uno el que siempre se mantenga en poder.  De esto ser así ocurriría un fenómeno en el que dejaría de existir el bipartidismo y entonces se llamaría un cuasi-monopartidismo. La afamada Ley de Duverger operó muy significativamente en estas elecciones para reducir las probabilidades de supervivencia de los partidos pequeños. Para dichos partidos se minimizaron aún más sus posibilidades de quedar inscritos y de obtener escaños legislativos porque la polarización PPD-PNP se tornó particularmente aguda.  La verdad es que al bipartidismo cerrado no se le debilita poniendo unos cuantos partidos más en la papeleta. La única manera en que los partidos pequeños pueden hacer algo es si su objetivo es armar un gran movimiento cívico que reclame, como una de esas mejoras democráticas que el PPD ha dicho que está dispuesto a considerar, la de enmendar nuestra Constitución y la ley electoral para facilitar la representación legislativa de los partidos pequeños. 

Votar por el menos malo, para Colón (2012), el autor de este artículo también publicado en la revista electronica 80 grados, es la opción a la que recurren la mayoría de los puertorriqueños, ya que son muy pocos los que están educados políticamente. Según el autor, el bipartidismo es una de las causas del deterioro político y económico de Puerto Rico, apoyar a alguno de esos partidos mayoritarios bajo el razonamiento del “mal necesario” no es alternativa; pues el mal de fondo está en apoyar un sistema que nos impide evolucionar hacia una democracia más representativa y obtener gobiernos más decentes, efectivos y responsivos.  No obstante, con tal de no “botar el voto”, se da el “voto útil” a uno de esos partidos mayoritarios, aun sabiendo el mal que le han hecho al país.  El autor recurred a Duverger para explicar que el sistema pluralista lleva al bipartidismo, mientras que el sistema de representacion proporcional lleva al multipartidismo.

En The Cultural Anomaly of Puerto Rico el autor Ramón Crespo (2009) ofrece un resumen histórico de los diversos debates que se han dado en el Congreso de los Estados Unidos en relación a la legalidad constitucional del ELA. Sobre todo, el autor continúa en su exploración de cómo las doctrinas del ELA han generado subjetividades. Uno de los puntos importantes de este capítulo es el señalamiento de que ha habido un consentimiento democrático en el país que funciona como una estrategia local que permite evitar los aspectos más cruentos del colonialismo por medio de afirmar un estado políticamente anómalo. Algunos autores fueron tratadoe en este libro, como René Marqués y Arcadio Díaz Quiñones, se desprende la idea de que en vez de una docilidad política existe una cultura cimarrona basada en la astucia y el deseo de sobrevivir. Por lo tanto, para el autor el escape es una forma de ser y esta estrategia el autor la entiende como “the most sophisticated strategy of escape through colonialism” (Crespo, 2009).

Por otro lado, en la enciclopedia de Puerto Rico se concibe  la cultura política del país como una contradictorio.  El autor Roberto Gándara Sánchez (2013) abunda sobre el tema diciendo:
A grandes rasgos, Puerto Rico se caracteriza por una participación amplia, especialmente electoral, de todos los sectores sociales. Al mismo tiempo, esta participación masiva se da, irónicamente, en un contexto institucional sobre el cual los puertorriqueños demuestran poca confianza. Por ejemplo, apoyan al régimen de los partidos politicos en el que, simultáneamente, dicen que no confían. No obstante, la evidencia empírica del importante papel que juega la lealtad partidista en la esfera pública apunta a que el voto está cada día está más marcado por la evaluación personal de los candidatos y por las consideraciones de continuidad familiar e intereses y vínculos personales, que por la confianza en los partidos.” (Gándara, 2013)  Al igual que la mayoría de la literatura que se analizó para este trabajo de investigación, esta definición de lo que se entiende como la cultura política puertorriqueña y su relación con nuestro sistema de partidos es lo que se busca investigar.














Capítulo III


Marco Teórico

De acuerdo a Duverger, M. (1950) en su libro Partidos Políticos, elabora una tipología sistemática estudiando los partidos desde la perspectiva de su organización interna y desde la de su organización externa. Con respecto a la estructura interna de los partidos, dicho autor distingue entre partidos de cuadros y partidos de masa. Ejemplos de partidos de cuadro son, en Europa: los actuales partidos liberales, conservadores y radicales; y en EE. UU. el partido demócrata y el republicano. En los partidos de cuadros la participación del adherente o miembro es muy pequeña y su cantidad reducida. Duverger (1950) expresó lo siguiente:

“La cualidad de sus miembros importa más que su cantidad; se busca sobre todo el prestigio que confiere autoridad moral, o la fortuna con la que se cubren los gastos de propaganda” (p.185).

Los partidos de masas implican, en cambio, una participación popular amplia y efectiva y no responden sólo a exigencias electorales.  Duverger incluye bajo la rúbrica de partidos de masas a los partidos de tipo socialista, comunista y fascista, y asimismo, con matices, a algunos partidos demócrata-cristianos.
     
     Atendiendo al número de partidos y las relaciones de prepotencia entre ellos, hablamos, siguiendo la terminología de Duverger, de diferentes sistemas de partidos. Así, podemos distinguir sistemas pluralistas de partidos y sistemas de partido único, entre los cuales el autor citado intercala los sistemas de partido dominante. Ciertamente, los límites entre los sistemas no son muy definidos y así un bipartidismo flexible puede asemejarse a un multipartidismo moderado, y una práctica de alianzas en el multipartidismo puede hacernos creer que estamos en un bipartidismo.
      Como sistemas pluralistas de partidos podemos encontrarnos con el multipartidismo extremo (número muy elevado de partidos) ;el multipartidismo moderado, y el sistema bipartidista, en el cual las dimensiones de los partidos pueden asegurar o imposibilitar la alternancia en el poder. Para Sartori, quien en su libro Partidos y Sistemas de partidos explica que  el bipartidismo es la solución más segura; más adelante abunda diciendo que:

“Por una parte, se beneficia del estímulo que ofrece el turno en el poder y la responsabilidad de la oposición”; por otra, “dificulta la ideologización de las posiciones e impide así la polarización del sistema”(Sartori, 1976).

En cambio, el multipartidismo extremo y centrífugo “es la más insegura y menos viable de las soluciones, ya que no se beneficia del estímulo de una oposición responsable y, por otra parte, se ve ampliamente paralizado por la inestabilidad del Gabinete, por la heterogeneidad de las coaliciones gubernamentales y por la presencia de partidos anti-sistema que sustituyen la competencia política por la “inflación irresponsable” (Sartori, 1976).
      Duverger explica la existencia de bipartidismo o multipartidismo, atendiendo a tres series de factores: a) socioeconómicos; b) histórico-culturales, y c) de carácter técnico: el régimen electoral. Las peculiares condiciones culturales, políticas, étnicas o regionales de un país deben tenerse en cuenta a la hora de explicar su sistema político. El régimen electoral tiene asimismo su importancia en la configuración de un determinado sistema de partidos. Un cierto mecanismo electoral no genera automáticamente el sistema de partidos pretendido, pero sí parece frenar o impulsar en un determinado sentido. Sólo con estas matizaciones ha podido señalarse que: 1) el escrutinio mayoritario favorece el bipartidismo; 2) la representación proporcional tiende al multipartidismo; 3) el escrutinio mayoritario a dos vueltas tiende a un multipartidismo templado por las alianzas. Este añade que sin embargo, no hay que olvidar:

“que la influencia del régimen electoral es secundaria con relación a la de los factores socio-económicos e incluso a la de los factores culturales” (Duverger, 1976).  

Duverger señala­ba cómo un sistema de distritos uninominales favorecía el bipartidismo, mientras que la representación proporcional favore­cía el polipartidismo. Esta tesis fue en ocasiones criticada porque desvinculaba el nacimiento y la perduración de un sistema de partidos de las realidades sociológicas de cada determinado país. El debate se prolongó durante bastante tiempo, aunque sin resultados excepcionalmente brillantes por la sencilla razón de que, evidentemen­te, cualquier sistema de partidos políticos depende a la vez de la sociedad que lo crea y del sistema electoral que lo hace posible.
En todo caso, es difícil exagerar la im­portancia de un tema como el del papel de los partidos políticos en una democra­cia. Sin partidos políticos no existe lo que habitualmente se entiende por democracia en el mundo occidental. Los partidos políticos se relacionan en un contexto de mutua interacción, que forma lo que Sartori denomina como “sis­tema de partidos”, que responde a una se­rie básica de modelos y que es imprescin­dible vehículo de expresión de las fuerzas sociales de un país, al mismo tiempo que de sus características fundamentales de­pende la capacidad de estabilización de una democracia. Como advierte el mismo Sartori (1976), un determinado sistema de parti­dos políticos, que a su vez depende de una determinada configuración de la so­ciedad, puede provocar una mayor o una menor posibilidad de estabilidad del sis­tema democrático. Como es natural, un sistema de partidos no provoca necesaria­mente la estabilidad o inestabilidad de la democracia; siempre hay una decisión hu­mana de carácter colectivo e individual que es la que decide en última instancia. Pero tendencialmente al menos, un siste­ma de partidos puede resultar positivo o negativo para la viabilidad de un régi­men de libertad.
Sartori empieza por examinar el partido político en sus orígenes y en su razón de ser. Como muy bien advierte, la noción de partido está vinculada con la noción de pluralismo, y en un primer momento ambas nociones no han caracterizado al pensamiento de la Revolución francesa. Para que existan los partidos políticos es imprescindible que los gobiernos dependan de los parla­mentos en primer lugar, y en segundo lugar, que los grupos parlamentarios se hayan convertido, por lo menos parcial­mente, en partidos de masas.
Constituidos ya los partidos, Sartori los define como “cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede co­locar, mediante ellas, a sus candidatos en los cargos públicos”. De esta manera, la concepción del partido se vincula necesa­riamente con la existencia de un sistema democrático. Un partido es siempre la ex­presión de un régimen en el que las fuer­zas sociales plurales conviven en un siste­ma de libertad. Cada partido político viene a ser una especie de sistema de fuerzas internas en tensión. Quizá donde el libro de Sartori reviste un mayor interés es en la definición y clasificación de los sistemas de partido. En efecto, mientras que Duverger hablaba de partidos únicamente, Sartori introduce el concepto de “sistema de partidos”, es decir, de formas de interrelación para una determinada sociedad de unos partidos con otros. Para el lector será evidente el interés de la discusión acerca de los sistemas de los partidos po­líticos. El estudio de un partido permite la definición de un régimen político; el estudio de un sistema de partidos permite juzgar acerca de su viabilidad. Para defi­nir los sistemas de partidos políticos, Sar­tori introduce tres criterios principales: el número de los partidos existentes; el carácter competitivo o no del sistema en que actúan, y, en tercer lugar, la seg­mentación o el grado de polarización entre ambos.
Para Sartori, una comunidad política si­gue las normas de la competitividad cuan­do en el momento de las elecciones casi todos o la totalidad de los escaños se disputan entre dos o más candidatos. Hay que distinguir entre una competitividad que sería estructura fundamental del siste­ma político y una competitividad como si­tuación concreta ante una determinada elección. En el sentido más propio, un sis­tema no competitivo es aquel que impedi­ría la existencia de alternativas ante una elección. Entre los sistemas no competiti­vos, los primeros y más característicos son los sistemas de partido único. Los sistemas unipartidistas pueden tener un fundamen­to ideológico, como es en el caso de los países totalitarios, pero también una ca­racterística fundamentalmente pragmática. Junto a los sistemas uniparti­distas habría también los sistemas de par­tido hegemónico, que no permiten una competencia oficial por el poder. Habría partidos en sistemas de partidos hegemónicos en los países totalitarios, y también habría otros sistemas de ca­rácter fundamentalmente pragmático.
En los sistemas competitivos, Sartori distingue hasta cuatro fórmulas políticas de sistemas de partidos. El bipartidismo constituye ya un modelo clásico definido por Duverger, del que Sartori nos hace un estudio pormenorizado. Se caracteriza porque gobierna un partido solo y existe alternancia por lo menos en expectativa, aunque, de hecho, por ejemplo, en los Estados Unidos se base en grandes perío­dos cíclicos de predominio de un solo par­tido. Sartori viene a advertir que los sis­temas bipartidistas son raros e infrecuen­tes. El bipartidismo tiende a la estabilidad y al centrismo, pero exige una sociedad cultural homogénea. En segundo lugar, Sartori define como sistemas de partidos predominantes aquellos en los que durante las elecciones se da por lo menos un diez por ciento de diferencia entre el primero y el segundo partido, obteniendo el pri­mero mayoría suficiente para gobernar. La existencia de un partido predominante no impide el que exista un sistema competi­tivo y que se dé la teórica posibilidad cíe sustitución del grupo gobernante. En ter­cer lugar, Sartori habla del modelo del sistema de partidos definido como “plura­lismo moderado basado en una sociedad segmentada”. Lo característico de este tipo de sistema de partido sería el gobierno en coalición y el hecho de que las alter­nativas electorales se basen en coaliciones, diferentes. El pluralismo de este sistema es moderado, porque se basa en diferen­cias ideológicas relativamente pequeñas entre los partidos y en una competición en el momento de las elecciones por el centro del espectro político. La élite o cla­se dirigente del sistema político actúa fre­cuentemente por fórmulas de consenso.
Como se pudo analizar, existen discrepancias entre los pensamientos de Duverger y Sartori. Sartori sostuvo que las generalizaciones realizadas en los años cincuenta por Duverger que se denominaban “leyes” referidas a la influencia de las reglas electorales de mayoría o proporcionalidad sobre el sistema de partidos deben considerarse sólo tendencias y no leyes deterministas. Sartori critica “las leyes de Duverger,” considerando que éste no distinguió entre causación y correlación.  Sartori considera que la llamada segunda ley de Duverger, la que sostiene que la representación proporcional lleva al multipartidismo, tiene una formulación ambigua, presentando la forma de piezas sueltas de un rompecabezas. Sartori sostiene que Duverger no define claramente al multipartidismo y, entre otros temas fundamentales, no tiene en cuenta el problema de la doble vuelta. Para Sartori la representación se asocia generalmente con la existencia del multipartidismo, pero ello no implica la existencia de una ley.

Además de estas dos teorías que chocan entre sí, se utilizará la investigación realizada por el Profesor Ángel Israel Rivera y Ana Irma Seijo sobre la cultura política de Puerto Rico.  Aunque es un artículo de 1992 basado en datos de 1988 todavía muchas cosas tienen vigencia. Los profesores presentan en el artículo que los partidos tradicionales, PPD y PNP, han monopolizado la vida pública puertorriqueña durante los últimos veinte años convirtiéndose en la únicas dos entidades políticas capaces de obtener el control del gobierno del Estado Libre Asociado  y de los gobiernos municipales de Puerto Rico.  Según el estudio, los rasgos político culturales más importantes que explican el descontento de los ciudadanos con el funcionamiento de los partidos son: el continuado predominio del tradicionalismo como determinante de la conducta política de la mayoría de los puertorriqueños, la continuada presencia del personalismo como rasgo de nuestra cultura política, la agudización de las prácticas del clientelismo político y la consecuente habituación cultural de nuestro pueblo a la política clientelista de los partidos, y la carencia generalizada de percepción y/o conocimiento, por parte de la mayoría de los ciudadanos, de  alternativas viables a la participación electoral en el sistema político.












Referencias


Colon, R. (n.d.). 80grados.net » Votar por el menos malo. 80grados.net . Retrieved April 15, 2013, from http://www.80grados.net/votar-por-el-menos-malo/

Colón, J. (2009). El sistema bipartidista de gobierno y el desarrollo del principio de mérito en Puerto Rico: un análisis histórico, 1940-2004. San Juan Juan: Universidad de Puerto Rico, 2009.

Crespo, R. E. (2009). Mainland passage: the cultural anomaly of Puerto Rico. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Duverger, M. (1987). Los partidos políticos (1. ed.). México: Fondo de Cultura Económica.

Gándara, R. (n.d.). Gobierno: La cultura política de Puerto Rico . Bienvenidos a la Enciclopedia de Puerto Rico / Welcome to the Encyclopedia of Puerto Rico. Retrieved May 1, 2013, from http://www.enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=13010803

Quiñones, A. (1988). Trayectoria Política de Puerto Rico. San Juan: Ediciones Nuevas de Puerto Rico. (p. 89-130)

Rivera, A. I., & Seijo, A. I. (1991). La cultura política y la estabilidad de los sistemas de partidos en Puerto Rico. Caribbean studies, 24, 175-220.

Rivera, A. I. (n.d.). 80grados.net » Sobre el bipartidismo cerrado. 80grados.net . Retrieved April 15, 2013, from http://www.80grados.net/sobre-el-bipartidismo-cerrado/

Rivera, A. I. (n.d.). 80grados.net » Bipartidismo y representación territorial. 80grados.net . Retrieved April 15, 2013, from http://www.80grados.net/bipartidismo-y-representacion-territorial/


Rivera, A. I. (n.d.). 80grados.net » Transformaciones ineludibles tras las elecciones. 80grados.net . Retrieved April 15, 2013, from http://www.80grados.net/transformaciones-ineludibles-tras-las-elecciones/

Sartori, Giovanni: Parties and Party Systems. A Framework for Analysis. Cambridge University Press, Cambridge, 1976.